LAIRD, MARTIN
AgradecimientosIntroducción. Dios, nuestra patria1. Descorriendo el velo: la ilusoria separación de Dios2. El halcón salvaje de la mente El vídeo interior Ignorancia aprendida y el ámbito del silencio3. La llamada del cuerpo a la oración La postura El uso de la palabra de oración «La respiración asida como una gorra en la mano». La respiración en la tradición cristiana Ejercitando la respiración4. Las tres puertas del momento presente: el camino de la palabra de oración La palabra de oración Las tres puertas del momento presente La primera puerta La segunda puerta La tercera puerta5. Los enigmas de la distracción El enigma de la primera puerta: ¿eres tú tus pensamientos y sentimientos? El enigma de la segunda puerta: ¿de qué guisa aparecen los pensamientos y sentimientos? El enigma de la tercera puerta: ¿cuál es la naturaleza de estos pensamientos y sentimientos, y quién es consciente de ellos?6. De víctima a testigo: ejercicios de aflicción Paralizada por el miedo Volver las tornas al miedo No temer al miedo Atrapada en las garras de la reacción Estabilidad en medio del miedo Ver a través del miedo El dolor y la belleza de los lirios El caos del ansia7. La liturgia de nuestras heridas: tentación, humildad y fracaso El beneficio de la tentación Música tras la puerta de la desolación: humildad y fracasoEpílogo, ¿Quién soy yo? Historia de un fracaso monástico Primera parte Segunda parte
Estamos hechos para la contemplación. Este libro trata del cultivo de las habilidades necesarias para la más sutil, sencilla y penetrante de las artes espirituales. La comunión con Dios en el silencio del corazón es una capacidad sobrenatural, como la capacidad del rododendro para la floración, la del polluelo para el vuelo y la del niño para la alegría y el abandono desinteresados. Si la gracia de Dios, que inunda y simplifica la prodigalidad de nuestras vidas, no consuma esta capacidad mientras vivimos, entonces sin duda lo hará el abrazo de Dios, que nos acogerá cuando entremos en el misterio transformador de la muerte. Este Dios que se entrega, el Ser de nuestro ser, la Vida de nuestra vida, ha hermanado dos hechos indiscutibles del devenir humano: estamos hechos para una comunión íntima con Dios y todos debemos enfrentarnos a la muerte.