HERRERO,TERESA
El mar, ese desierto de agua sin límites, incontrolable y con voz propia siempre ha desbordado todo entendimiento y su naturaleza sublime, como afirmaba Kant, impone a la imaginación la difícil tarea de imaginar lo infinito, algo que, paradójicamente, a su vez nos induce a pensar en la infinitud del espíritu. Gracias a ese carácter voluble e imprevisible, el mar es capaz de revelarnos el espíritu en un sinfín de dualidades; el mar es el yin y el yang; por un lado, nos ofrece su lado amable, la condición uterina de esa impetuosa madre antigua como lo llamaba Walt Whitman, su fuerza sanadora, las promesas que sugiere su inalcanzable lejanía y por otro, su carácter hostil e indómito, ese mare tenebrosum capaz de conducirnos a los más oscuros abismos mostrando su total inmisericordia. Los poemas escogidos para esta antología son una humilde muestra de la importancia de la imagen del mar a través de la historia de la poesía japonesa, desde el primero, perteneciente a la antología Manyooshuu del siglo VIII, hasta los últimos poemas escritos en el siglo xx.