SANZ SANTACRUZ, JAIME
Las personas necesitamos escuchar a los demás para relacionarnos connormalidad. Lo mismo pasa con las organizaciones. Algunas tienen famade que los empleados están especialmente a gusto en ellas, porque sesienten escuchados, participan en las decisiones y se les consulta con frecuencia. Es más, si no contamos nada para los organismos quegobiernan esas estructuras, si no podemos participar en ellos, muyprobablemente nos iremos desconectando, hasta llegar incluso adesligarnos completamente.En la sociedad globalizada en la que vivimos, nuestra opinión es cadavez más insignificante y tiene menor influencia en el devenir de losacontecimientos. Por otro lado, se nos regalan los oídos conexpresiones como "tu opinión nos interesa", "hay que pulsar la calle", cuando en realidad importa poco el pensamiento verdadero de cadapersona singular, sobre todo, si es contrario a los objetivos quedeterminados grupos de poder se han fijado. Todo se queda en un meroeslogan y esto sucede, entre otras razones, porque no existe unaverdadera cultura de la escucha.La escucha solo conlleva beneficios. Tratar con las personas enriquece