CLEMENT, OLIVIER
La base del cristianismo es la resurrección de Jesús, testimoniada por sus seguidores más cercanos aquel memorable primer día de la semana.En el descubrimiento de la tumba abierta, que no vacía sino llena delos resplandores del «relámpago» y de la «nieve» como los vestidos deCristo sobre el monte Tabor, se evoca el mundo abierto de laascensión. Esta inversión de la «kénosis» hace que la tierra seconvierta en el cen¬tro simbólico de lo real y la imantación de lagravedad se vuelva imantación de lo celestial. Con la resurrección deJesús de Nazaret, la tierra de los muertos se vuelve tierra de losvivos y se revela como el gran icono. No se trata de la representación de lo irrepresentable, es decir, de la resurrección misma, sino de la muerte vencida, de la sombra iluminada, de la «tinieblatransluminosa» del Dios vivo con nosotros.